martes, 3 de febrero de 2015

La Macroeconomía del populismo



La macroeconomía del populismo - ¿El caso venezolano?
Hernán Luis Torres Núñez

Mis estimados lectores, he dejado pasar un largo tiempo sin escribir, y he vuelto a golpear las teclas de mi computadora a raíz de un escrito que ha caído en mis manos  que data del año 1991, escrito por Rudiger Dornbusch y Sebastian Edwards que lleva por título “The macroeconomics of populism in Latin America”, auspiciado por la Universidad de Chicago.

Como es mi costumbre pretendo relacionar la realidad económica venezolana a discusiones de tipo teórico, colando siempre mis propios pensamientos y visión particular de la realidad.

Este escrito al que me he referido, intenta poner sobre el tapete la recurrencia de programas económicos que han sido implementados casi de manera idéntica en diferentes países de América Latina como Perú con el primer gobierno de Alan García y Chile con la experiencia de Allende. Programas económicos que finalmente terminaron fracasando.
Los autores hablan de populismo para referirse a un enfoque económico que enfatiza el crecimiento unido a la redistribución del ingreso que desestima los riesgos de la inflación y el déficit financiero, así como también, ignora las restricciones externas (comercio exterior) y la reacción de los agentes económicos (clase empresarial) frente a políticas agresivas que pretenden dejar de lado el mercado como mecanismo de asignación de recursos y establecimiento de precios por la confrontación de la oferta y la demanda.

Nada más con leer el párrafo anterior podemos encontrar ciertas similitudes con el caso venezolano. Nadie duda, que el gobierno revolucionario ha pretendido de buena fe el crecimiento económico de la mano con una mayor justicia social. Muchas veces altos personeros del gobierno se ufanaron de las altas tasas de crecimiento económico obtenidas durante un período de varios trimestres, aunque dicho crecimiento haya estado asociado a un precio elevado del barril de petróleo. 

También hemos visto una política masiva de redistribución del ingreso a través de los programas sociales llamados misiones, lo que ha sido posible por los elevados ingresos petroleros, lo que en materia económica ha generado niveles crecientes de consumo, lo que frente a una oferta que no ha crecido al mismo paso ha originado una inflación crónica de dos dígitos, que últimamente se ha acercado peligrosamente a los tres dígitos, es decir, a la hiperinflación.

Debido a la abundante renta petrolera el déficit fiscal, es decir, la insuficiencia de recursos del Estado para enfrentar sus gastos, no fue visto como un problema o una amenaza, por lo tanto, el gasto social no encontró límite, tampoco el despilfarro ni la corrupción.

La política económica del gobierno revolucionario tampoco hizo mucho caso a la posición de los empresarios contraria a medidas económicas como expropiaciones de tierras, control de cambio, y controles de precios, que socavan la economía de mercado. Obviamente, la posición de los empresarios ha sido de congelar la inversión, la fuga de capitales y capear los controles de precios por la vía de desarrollar un mercado negro.

Debido a la dinámica de incrementar fuertemente el gasto social en forma continua, se ha terminado generando un problema en materia de intercambio externo que se expresa por un aumento considerable de las importaciones y unos ingresos petroleros que se estabilizaron por un estancamiento en la producción y un precio que se mantuvo cerca de los US$ 100 por barril. Para todos es conocido que eso ha cambiado drásticamente y que el precio del barril de petróleo se ha hundido por debajo de los US$ 40, aun cuando, al momento de escribir este artículo no se han sentido todavía los efectos de tal desplome del mercado petrolero.

El escrito de Dornbusch y Edwards hace referencia a un autor de apellido Drake que señala tres elementos para la definición de populismo: movilización política, retórica recurrente y símbolos diseñados para inspirar al pueblo. Aquí tampoco debemos hacer un esfuerzo muy grande para ver que estos elementos han estado presentes en la revolución bolivariana. A través de todos estos años hemos visto grandes movilizaciones de masas para respaldar al gobierno, una retórica copiosa cuyo máximo exponente fue el difunto Presidente Chávez y que continúa con el Presidente Maduro, y por supuesto, el uso de gran cantidad de símbolos como cambiar la dirección en que aparecía el caballo blanco en el escudo nacional, la adición de una estrella a la bandera, la música de Alí Primera, entre muchos otros.

Drake también apunta a que los movimientos populistas implican coaliciones heterogéneas conformadas por la clase humilde, pero también por sectores de la clase media. Es una realidad que el fallecido Presidente Chávez ganó las elecciones de 1998 con un movimiento aluvional de estratos humildes y de clase media.

Para Dornbusch y Edwards las experiencias populistas se dan en fases sucesivas.
Condiciones iniciales: El advenimiento del populismo se daría en el marco de crecimiento económico lento, estancamiento o depresión abierta, muchas veces como intentos previos de estabilización económica. Estos intentos de estabilización, sobre todo en el marco de lineamientos del FMI han resultado en reducción del crecimiento y empeoramiento del estándar de vida de la población. Muchas veces esta estabilización ha conducido a mejorar la situación fiscal y la balanza de pagos, lo que ha dado un piso para un programa económico expansivo.

Es un hecho que al momento de la asunción al poder del Presidente Chávez Venezuela atravesaba una crisis económica severa.

Fase 1: En una primera fase, hay crecimiento económico, incrementos de sueldos y salarios, crece el empleo y la política macroeconómica parece ser exitosa. Los controles mantienen la inflación refrenada, la escasez de bienes es aliviada con importaciones, por lo tanto, la demanda incrementada tiene poco impacto en la inflación.
En el caso venezolano, el incremento de precios del petróleo ayudó grandemente a una política de expansión de la demanda por la vía de fuertes incrementos del gasto público, sin caer en una situación de déficit y contar con los recursos suficientes para importar todo lo necesario para satisfacer la demanda interna.

Fase 2: La economía comienza a mostrar cuellos de botella debido a la fuerte expansión de la demanda interna y que el sector externo de la economía ya no puede aportar los recursos necesarios para satisfacer completamente la demanda. En esta fase, se implementan controles de precios, se establece un control de cambio, la inflación aumenta significativamente, sin embargo, se trata de mantener los sueldos y salarios en un nivel alto. El presupuesto se hace fuertemente deficitario como resultado de mantener subsidios en los bienes y servicios, en los salarios y en el intercambio externo.
Una vez más podemos ver que sin mucha dificultad podemos ver retratada la situación de Venezuela en lo descrito anteriormente.

Fase 3: La escasez de bienes se agudiza, la inflación se acelera, la balanza comercial se deteriora, la fuga de capitales se agudiza, hay una desmonetización de la economía, la gente prefiere adquirir bienes a conservar dinero en los bolsillos, el déficit fiscal empeora, la recaudación de impuestos desciende y el costo de los subsidios crece vertiginosamente. En esta fase, producto de la inflación, los salarios reales caen y se genera inestabilidad política, el gobierno comienza a verse atrapado en un laberinto sin salida.
En este punto cabe destacar que lo descrito anteriormente fue escrito en 1991, y sobre experiencias de la década de los setenta del siglo pasado, y parece tener total validez en la Venezuela del 2015.

Fase 4: De acuerdo a las experiencias anteriores en América Latina, todo terminó en el advenimiento de nuevos gobiernos, y en el caso chileno de una cruenta dictadura. Gobiernos que aplicaron recetas ortodoxas propias del Fondo monetario Internacional que mantuvieron los salarios deprimidos durante un período muy extendido debido a los niveles muy bajos de inversión y la fuga de capitales. Gobiernos que tuvieron como norte el equilibrio fiscal lo que supuso un recorte abrupto de subsidios y beneficios sociales, así como también, la búsqueda de balanzas de pagos equilibradas.

Obviamente, aún no hemos llegado a esta fase, sin embargo, ya vemos que el gobierno está pensando eliminar el subsidio a la gasolina, ya ha ordenado la restauración de los peajes, y una posible reforma tributaria, la eliminación de gastos suntuarios y posiblemente un recorte en los programas sociales. También se ha visto un alto en el énfasis en la expropiación de tierras y de empresas.

Como conclusión podemos señalar que gobiernos que pretendan atacar el problema de la redistribución del ingreso y buscar una mayor justicia social no pueden olvidar que existen restricciones a nivel macroeconómico, que también el tratar de mejorar el ingreso y la capacidad de consumo de las clases más humildes encuentra sus restricciones en una economía de mercado. La única manera de no estar sujetos a dichas restricciones implicaría la abolición total del mercado y de la propiedad privada de los medios de producción, un camino ya transitado en el siglo XX con resultados nefastos.

Para Dornbusch y Edwards es sorprendente que un esquema económico que ha sido recurrentemente aplicado en América latina y que ha fracasado, se siga intentando. Para mí, una posible explicación se encuentra en el hecho de que el socialismo se sigue viendo como una fuerte intervención del Estado en la economía, en la visión de que el mercado debe ser fuertemente controlado y que la burguesía es un enemigo a vencer. Todo esto es un legado del socialismo marxista aplicado en el siglo XX que no solo quiere diferenciarse del modelo capitalista, sino también, del modelo socialdemócrata, aunque países que han transitado por esta última vía pueden exhibir estándares de vida que jamás fue posible imaginar en los países socialistas del este europeo.

Cabe destacar que los autores mencionados no desestiman el impacto de los intentos de desestabilización política interna y externa, lo que en Venezuela se ha llamado la guerra económica, sin embargo, esto no descarta las contradicciones internas que presenta el modelo populista, es más, estas contradicciones alientan la desestabilización de sectores que se sienten vulnerados  en sus intereses que consideran legítimos. Por lo tanto, es algo de esperarse y no debe sorprender a nadie los intentos de terminar con estas experiencias populistas.

Hoy podemos ver que países como Ecuador y Bolivia parecen haber aprendido la lección, que es posible mejorar las condiciones de los más pobres pero respetando las restricciones que impone una economía de mercado. Que es posible mantener la inflación controlada sin necesidad de controles de precios, que es posible mantener estable la paridad de la moneda sin necesidad de establecer un control de cambios. Que es necesario mantener cierto equilibrio fiscal sin caer en grandes déficits, que se puede ir mejorando el ingreso real de los trabajadores pero atado a una mayor producción y productividad.
También pareciera ser una lección aprendida en Chile, donde tenemos una Presidenta socialista que pretende reducir la brecha entre ricos y pobres pero teniendo presente que es necesario mantener una economía diversificada en crecimiento con una inflación controlada y con una estrecha relación con los empresarios.

jueves, 26 de junio de 2014

Un programa económico para salir de la crisis económica





Mis queridos lectores, me propongo exponer en este artículo mi visión particular de cómo podemos salir de la crisis económica y social en que estamos, sin lugar a dudas, una audacia de mi parte, una temeridad en verdad. Además, estoy seguro que mis planteamientos tendrán muchos detractores y posiblemente algunos a mi favor, pero de eso se trata en estos momentos cruciales de Venezuela, de abrir el debate sin tapujos.
De alguna manera, la salida de Giordani abre las puertas para que nos atrevamos a plantearnos este problema, y esto es así, porque este señor ha abierto la caja de Pandora y se comienza a reconocer que estamos en una crisis, y que la misma corresponde a las erradas políticas económicas adoptadas mucho antes que el Presidente Maduro asumiera, aunque esto no lo reconoce Giordani, un reconocimiento que por fin va más allá del argumento panfletario de que estamos en una guerra económica con la burguesía tratando de exculpar a la acción de gobierno.
Lo primero que debemos hacer para ver luz al final del túnel es reconocer que estamos en una crisis de dimensiones gigantescas, y no puedo estar exagerando cuando el año pasado la inflación superó el 50%, y este año podría llegar a 70%, aunque algunos dicen 100%, cuando el crecimiento económico puede ser cero o negativo, cuando el índice de pobreza medido por el ingreso real vuelve a aumentar, cuando la escasez de bienes es algo generalizado, cuando el sector productivo está totalmente deprimido, cuando hay insuficiencia de medicamentos, cuando el desempleo y la informalidad vuelven a crecer.
Este es un momento de aquellos en que un estadista se enfrenta a las cámaras y asume con hidalguía la gravedad del momento, algo como lo que hizo Winston Churchill en el parlamento, cuando le dijo al pueblo inglés solo les puedo prometer “sangre, sudor y lágrimas”, aunque después les dijo también a modo de exhortación  “lucharemos en el aire, lucharemos en los mares, lucharemos en las playas, no nos rendiremos jamás”. O lo que dijo Napoléon, “yo lo asumo todo, lo bueno y lo malo”.
En nuestro caso sería algo así como “hemos cometido graves errores en la conducción económica del país, la mayor parte de la grave situación por la que atravesamos se debe a nuestros propios errores, es la hora de asumir la responsabilidad sin excusas y plantear un programa económico de guerra para salir adelante. No podemos prometer en el corto plazo otra cosa que una cuota elevada de sacrificio y angustia, de mucho sudor y muchas lágrimas, pero al final lograremos abatir la inflación, recuperar el crecimiento económico, disminuir la pobreza sobre una base sólida de productividad y producción creciente y mejorar los ingresos personales y la calidad de vida de todos los venezolanos”.
Ahora bien, un programa económico para salir de la crisis requiere apuntar a variables claves cuya modificación sea capaz de inducir a un crecimiento económico estable, no basado en la renta petrolera sino en un aparato productivo en crecimiento. Entonces la pregunta importante es ¿Cuáles son esos factores claves sobre los que hay que actuar?
Uno de ellos y creo que es el central, la inflación. La inflación que es el alza sostenida de los precios, es una variable inducida. Es decir que existen otras variables que tienen que ver con el comportamiento de la inflación. Por ejemplo, la insuficiencia de oferta frente a la demanda es un factor que determina que los precios suban, y a decir verdad, es exactamente el caso de Venezuela en estos momentos. El otro factor ligado a la inflación desde una perspectiva monetarista tiene que ver con la masa monetaria, es decir, la cantidad de dinero circulante en la economía. El exceso de dinero en la economía se convierte en una creciente demanda de bienes y servicios que ocasiona un repunte de los precios, como dijera alguien que no recuerdo, se trata de muchos billetes detrás de muy pocos productos.
La inflación provocada por un incremento exagerado de la liquidez monetaria y basta ver las estadísticas del Banco Central para saber que eso es lo que ocurre en Venezuela, provoca tarde o temprano una devaluación de la moneda, pues el valor de una moneda es la relación entre la masa monetaria en moneda local (Bs. / US$) y las divisas con que se cuenta. Esta devaluación impacta el costo de las importaciones y en un país importador por excelencia como Venezuela esto implica un aumento de la inflación.
Ahora bien, el crecimiento exagerado de la liquidez monetaria es una variable que depende del gasto público financiado con emisiones de dinero fresco, sin respaldo en un crecimiento de las divisas ni en el crecimiento de la economía. Este tipo de gasto es altamente inflacionario.
Por lo tanto, en una economía de mercado, y la venezolana sigue siéndolo, el incremento constante y exagerado de la liquidez monetaria por la vía del gasto público es un elemento detonante de la inflación. En este punto, muchos protestarán que reducir el gasto público es una medida neoliberal fondo monetarista que incrementará la pobreza y conducirá a una recesión económica, y tendrán la razón, el problema es que con un elevado gasto fiscal y una liquidez monetaria excesiva, tenemos que la pobreza creció el año pasado, y en el actual ya estamos viviendo una recesión económica.
Si se hubiera tenido un buen juicio económico hace muchos años atrás, y el señor Giordani no lo tuvo, no tendríamos que estar enfrentando un ajuste económico doloroso en estos momentos. La economía con el millón de millones de dólares recibidos en los últimos años, podría haberse enrumbado por una senda de estabilidad de precios y de la moneda, y un crecimiento económico constante.
Es posible que salten algunos diciendo que la política a seguir es profundizar la revolución (los revolucionarios de los eslóganes y de los lugares comunes), muy bien, les tomo la palabra, díganme ustedes como abatimos la inflación con una política socialista, qué medidas concretas habría que tomar que no se hayan tomado y que ya fracasaron. ¿Control de precios, control de las ganancias, control de los alquileres, control de cambios, expropiar todas las empresas del país?
A no ser que se quiera ir al control total de la economía y desaparición de la empresa privada, un modelo fracasado del socialismo del siglo XX, hay que aceptar que estamos en una economía de mercado y que el gobierno tiene unos instrumentos de política económica limitados.
Por supuesto, una política de reducción drástica del gasto público tendrá un costo político que hay que asumir, y abandonar la práctica criticada por Giordani en su testamento político, en el sentido de inundar de dinero inorgánico el mercado por fines políticos y electorales.
El otro aspecto de una política económica anti crisis tiene que ver con la oferta de bienes y servicios. Para nadie es un secreto que ha habido una contracción del aparato productivo. Las expropiaciones de empresas privadas no han resultado en una mayor producción y productividad, por el contrario, la producción se ha reducido. Es lamentable, la expropiación de estacionamientos para construir viviendas que finalmente no existen. El caso de las cementeras expropiadas y no hay cemento, el caso de Sidor y no hay cabillas.
Es lamentable, que a estas alturas no se haya hecho público un documento que explique por qué las empresas nacionalizadas no han cumplido las expectativas de una mayor productividad y producción, aparte de la famosa lista de las empresas de maletín que se llevaron los 20 mil millones de dólares, y que nos prometieron entregar y aún estamos esperando.
El hundimiento del aparato productivo, industrial, agrícola y agro industrial, la falta de inversión, el cierre de empresas, todo lo anterior debe ser explicado para poder estructurar una política de desarrollo de la producción.
Sin duda, aquí hay un aspecto político a tomar en consideración, a los empresarios no les agrada un gobierno socialista que expropie empresas privadas, no les agrada el control de precios y las ganancias, no le gusta una ley del trabajo que favorezca demasiado a los trabajadores según su óptica. En este sentido, es lógico pensar que no están ganados a invertir en sus empresas, y mucho menos, traer dólares de afuera para invertir aquí.
El gobierno debe ir a una política de estímulo a la producción y la inversión, y aquí quizás, el principal problema es político. El gobierno tendría que entrar a negociar con los empresarios, dándoles seguridades de que la política de expropiaciones será desterrada permanentemente. Aquí también habrá quienes opinen que esto es entregarse al capitalismo, y en este punto, yo pregunto cuál es la alternativa que no signifique algo que ya ha fracasado como las cooperativas y las empresas de producción social.
También es necesario, una política de estímulo que puede ser por la vía de exonerar de impuestos a las nuevas inversiones por un tiempo determinado, exonerar de impuestos a los venezolanos que traigan sus dólares para inversión productiva y permitirles convertir en dólares parte de sus utilidades si es que no hubiera libre cambio. Estimular las empresas cuya producción sea para la exportación
Por supuesto, habría que devaluar a Bs.50, pero es muy importante que aunque el gobierno obtenga ingresos extraordinarios por esta vía, estos se utilicen para el pago de deudas y solventar el déficit, sin inyectar más dinero al mercado. En todo caso usar los recursos excedentes en un plan de creación y mantenimiento de infraestructura y de construcción de viviendas por su capacidad de dinamizar toda la economía. Evitar que los recursos excedentes por la vía de la devaluación sean utilizados para obtener ventajas políticas y electorales.
Por otra parte, es necesario eliminar todos los fondos de inversión y centralizar las divisas en el Banco Central para aumentar las divisas.
Yo creo que a estas alturas, todos debemos estar claros que un socialismo distributivo rentista sin creación de riqueza por la vía de la productividad y producción de bienes y servicios es inviable a largo plazo. El socialismo tiene que ver con la distribución de la riqueza, pero de una riqueza en constante aumento por la vía del trabajo productivo. Hoy estoy más convencido que nunca que el camino es el socialismo nórdico donde la base productiva se rige por una economía de mercado muy eficiente y productiva que se combina con un Estado de bienestar que es capaz de distribuir esa riqueza eficientemente, con educación y salud de calidad gratuitas. A quienes levantan la voz argumentando que eso es un modelo socialdemócrata y no es verdadero socialismo, y solo un disfraz del capitalismo, hay que recordarles que nunca un obrero de la Unión Soviética, de Cuba o de Corea del Norte tuvo un nivel de vida comparable al de un obrero noruego, finlandés o sueco. ¿Acaso no se trata de eso en el socialismo, que los obreros y la población en general vivan bien en un sistema democrático con amplias libertades? Eso de que “con hambre y desempleo con la revolución me resteo” es definitivamente patético y para mí totalmente contrarrevolucionario, retardatario y una traición a los humildes de esta tierra.

La salida de Giordani. ¿Rumbo al capitalismo de nuevo?




Mis queridos lectores, hoy escuché por la radio, muy temprano, la noticia de la salida del ministro Giordani de la cartera de planificación. Debo decir que la noticia no me sorprendió para nada, al otrora poderoso ministro de la economía y las finanzas venezolanas ya le habían quitado todo poder e influencia, al dejarlo aislado en el ministerio de planificación, sacándolo del gabinete económico y del Banco Central.

Esta noticia podría ser intrascendente debido a que los cambios y enroques de ministros es un lugar común desde hace muchos años en el proceso bolivariano. Sin embargo, creo que en este caso hay algo muy de fondo en esta decisión de apartarlo del poder.

Recuerdo, y así lo he reseñado en otros artículos, haber escuchado al exministro Giordani decir que para él, el socialismo del siglo XXI no era otra cosa que el mismo socialismo de siempre pero ubicado en este nuevo siglo. El hecho de que dijera esto, de alguna manera y de forma muy resumida, retrataba su pensamiento. El exministro reivindicaba entonces lo que había sido el socialismo del siglo XX como si este no hubiera fracasado estrepitosamente en la Unión Soviética y en la Europa del Este, y la realidad de su supervivencia a duras penas en Cuba y Corea del Norte o el cambio de giro del enfoque económico en China, reintroduciendo el capitalismo.

El ingeniero Giordani en Venezuela logró introducir en la revolución bolivariana un esquema económico muy propio de ese modelo de socialismo fracasado, expropiaciones de tierra y empresas, un férreo control de cambios, controles de precios, regulación de alquileres de viviendas y locales comerciales, el desvío hacia unos fondos de inversión de los dólares que debían entrar al Banco Central y consolidar las reservas internacionales.

Últimamente, hemos visto como se han reajustado los precios de los bienes básicos, incluso en las redes de distribución del Estado como Mercal y PDVAL, la modificación de la ley de alquileres de locales comerciales volviendo a un esquema en el cual la oferta y demanda fije el canon de arrendamiento y no por una fórmula basada en un precio por metro cuadrado, la introducción de un esquema cambiario con un mecanismo como SICAD II que fija el precio del dólar por la oferta y la demanda, y que como he mencionado anteriormente, lo considero la antesala de un retorno al libre cambio total, reducciones importantes en las misiones, para nadie es un secreto que la Misión Vivienda se ha frenado y que la meta de este año no se alcanzará y por mucho, la Misión Barrio Adentro que también se ha visto afectada. 

El Presidente Maduro ya ha señalado que las misiones están en evaluación y que algunas se fusionarán y otras se eliminarán, y esto, en otras palabras significa reducción del gasto público. No podemos dejar pasar el anuncio de que se evalúa subir el precio de la gasolina y un posible cambio en el esquema tributario y no para bajar los impuestos. Como podemos ver medidas que coinciden con la pérdida progresiva del poder por parte del señor Giordani y que seguramente no son de su agrado.

Para muchos revolucionarios estas medidas están conduciendo a una vuelta al capitalismo salvaje o a la introducción de un modelo socialdemócrata. Quienes así piensan ven este giro de la economía como una traición a los postulados de la revolución y posiblemente vean en la salida del mencionado exministro una corroboración de la traición al espíritu de la revolución. En este sentido, quienes así piensan plantean que a diferencia de las medidas de corte neoliberal que se están tomando lo que hay que hacer es profundizar la revolución. Hasta ahora no he conseguido a nadie que me pueda explicar racionalmente que significa profundizar la revolución más allá de eslóganes baratos como “más poder para el pueblo” o “comuna o nada”. Cuando trato de escudriñar de qué manera el Estado Comunal puede revertir la situación económica en lo que se refiere a abatir la inflación, acabar con la escasez o disminuir las importaciones me encuentro con que los defensores de “más poder popular o comuna o nada” no son capaces de articular una respuesta sensata en términos económicos.

Si suponemos que el establecimiento del Estado Comunal va a solventar los problemas económicos, debemos ser realistas y estar conscientes que dicho Estado no podrá implantarse ni en el corto ni en el mediano plazo, el problema es que la crisis económica la tenemos aquí y ahora.

Aunque el gobierno pueda querer implementar el Estado Comunal, debe hacer frente a una realidad de déficit fiscal, a una realidad que señala que los ingresos peroleros ya no alcanzan para satisfacer todas las necesidades, que ya no hay dólares para todas las misiones, para todas las importaciones, por lo tanto, hay que priorizar.
Lo queramos o no, los gobiernos de la ideología que sean tienen que hacer frente a los mismos problemas económicos, inflación, recesiones, malas cosechas, devaluaciones, déficits, y el recetario para tratar estos problemas es limitado.
Todos los gobiernos de derecha o izquierda enfrentan el famoso problema económico “satisfacer necesidades múltiples y jerarquizables con recursos escasos y de uso alternativo”. 

Por un tiempo, mientras la renta petrolera parecía no acabarse nunca, tuvimos el espejismo de vivir un socialismo que podía escapar al problema económico fundamental, atendiendo a todas las necesidades sin priorizar y ser selectivo en el gasto público, pero por desgracia, el sueño de una realidad esplendorosa ha terminado por convertirse en una pesadilla de la cual no sabemos cómo salir.


martes, 3 de junio de 2014

¿Por qué aumenta la pobreza en Venezuela?






Hernán Luis Torres Núñez

Una noticia sorprendente y sorpresiva nos conmueve, aparte del pase del cobro de los pasajes aéreos a SICAD II, la noticia de que algunos rubros importados estarían pasando del cambio de Bs. 6,30 a Bs. 11 y los repuestos a SICAD II, lo último no me sorprendió pues es algo que vaticiné en mi artículo ¿Estamos preparados para lo que viene? (publicado en Aporrea).


Sin embargo, la noticia del aumento de la pobreza en Venezuela de acuerdo a un informe del Instituto Nacional de Estadísticas es algo que ningún economista, y yo lo soy, puede dejar pasar sin hacer un análisis y encontrar alguna explicación posible. 


Al revisar el informe del INE y comparar el segundo semestre de 2012 con el mismo período de 2013, me encontré con la siguiente situación:

Los hogares pobres pasaron de 1.483.264 a 1.899.590. Pasaron de un 21,2% del total de hogares a un 27,3%. Esto significa un aumento de un 28% en tan solo un año.


Los hogares en extrema pobreza pasaron de 422.965 a 612.051. Pasaron de un 6% del total de hogares a un 8,8%. Esto significa un incremento de casi 45% en solo un año.


Las personas pobres pasaron de 7.378.258 a 9.174.142. Pasaron de un 25,4% a un 32,1%  del total de personas en Venezuela. Esto significa un incremento de 24% en solo un año.


Las personas en extrema pobreza pasaron de 2.053.928 a 2.791.292. Pasaron de un 7,1%  a un 9,8% del total de personas en Venezuela. Esto significa un incremento de 35% en un solo año.


La noticia es alarmante, porque estamos en una revolución socialista donde se supone que la principal preocupación es erradicar la pobreza totalmente, de hecho, fue una meta del milenio de la revolución bolivariana, por lo tanto, a mí me parece que esta noticia es una hecatombe sobre la cual hay que reflexionar, más aún, cuando durante esta época de revolución la nación ha obtenido los más grandes ingresos petroleros de toda la historia, con un barril de petróleo a US$ 100. Más aún cuando el último baluarte de un defensor del gobierno es – este gobierno ha sido el único que se ha ocupado de los pobres y ha reducido la pobreza. Y ahora, este baluarte queda torpedeado.


La razón para que esto ocurra en este momento, cuando anteriormente  se sostenía que la pobreza extrema y la pobreza en general estaban en un declive sostenido, en realidad no es tan misteriosa. El problema está en el enfoque que se le dio a la lucha contra la pobreza. El enfoque fue básicamente asistencialista a través de las misiones, haciendo uso de la inmensa renta petrolera, que hoy en día ya no parece tan gigantesca y se encuentra estancada por no seguir incrementándose el precio del barril de petróleo, no habiendo tampoco, aumentos en la producción petrolera y con una escasa producción de derivados del petróleo con alto valor agregado. A esto hay que sumarle un gasto público, y en particular en el área social que no deja de crecer.


En realidad, la lucha contra la pobreza se ha basado en el traspaso de dinero de la renta petrolera a las clases más humildes que finalmente ha ido a incrementar el consumo. El problema radica en que un consumo exacerbado no ha tenido la contrapartida de una producción nacional creciente de bienes y servicios, si esto hubiera ocurrido no tendríamos escasez de bienes básicos, no habría inflación, habría mucho más empleo formal, el nivel de importaciones se mantendría en niveles aceptables, mucha gente estaría saliendo de la pobreza no debido a alguna misión que subsidie su consumo, sino a través de la obtención de un empleo digno.  


De alguna manera, y esto no es nada nuevo, en la mente de nuestros dirigentes, empresarios  y en general del pueblo venezolano, se instaló la idea de que la riqueza petrolera es algo que jamás se acabará que siempre fluirá en abundancia. Recuerdo que esto era lo que pensaba el venezolano en los años setenta de la Venezuela Saudita. Un amigo mío revolucionario me lo dijo una vez, en este gobierno nos estamos sincerando usando la renta petrolera para los pobres, y aceptando que no somos capaces de producir nada.


La receta de transferir la riqueza petrolera a los pobres, algo que desde un punto de vista ético no parece reprobable y es cónsono con la búsqueda de la mayor justicia social, desde un punto de vista económico tiene sus bemoles. La verdad es que la única manera de ser rico de verdad y a largo plazo, es que con la riqueza que tengamos produzcamos más riqueza, y esto está atado a una mayor producción de bienes y servicios. Haciendo una pequeña digresión, una vez leí un estudio que se hizo en Estados Unidos acerca de los ganadores de la lotería, el estudio halló que el 80% al cabo de unos pocos años había despilfarrado todo el dinero y que habían vuelto a sus trabajos anteriores, sólo una minoría había invertido el dinero sabiamente y había producido más riqueza. Venezuela parece ser como uno de esos ganadores de la lotería que no ha sabido ser sabio en la utilización de tanta riqueza.


Lo que pasa en Venezuela también tiene sus antecedentes en lo que sucedió en el gobierno de Allende, en su primer año de gobierno se incrementó el poder adquisitivo de las masas, y el aparato productivo respondió positivamente, la inflación ese año fue cero, en las elecciones municipales la Unidad Popular sacó más del 50% de votación. Sin embargo, el segundo año vino la debacle con hiperinflación, y una escasez de bienes básicos peor que la que aquí se sufre, Chile no podía importar, no tenía petróleo. El esquema económico, llamado el Plan Vuskovic (apellido del ministro de economía) de bola de nieve, es decir, se incrementa el consumo ergo se aumenta la producción falló estrepitosamente. Las expropiaciones de empresas grandes, pero también pequeñas, se volvió caótica. Los empresarios dejaron de invertir y de producir, se creó un amplio mercado negro, en el cual, una caja de cigarrillos costaba 10 veces más que el precio oficial, y al igual que aquí había un control de precios que tampoco funcionó.  Además, hay que señalar que las empresas nacionalizadas al igual que en Venezuela no se caracterizaron por su eficiencia y productividad. En Chile todo terminó con un golpe de estado como es bien sabido y aquí en Venezuela hubo un golpe fallido.


Como se puede ver hay similitud entre una experiencia y otra, de lo cual debiéramos sacar algún tipo de conclusión. Tanto en Chile como en Venezuela, se intentó desarrollar un socialismo en democracia con mantenimiento de una economía de mercado, pero en ambos casos, el gobierno no supo negociar con la clase empresarial del país y entró en conflicto directo, ambos gobiernos implementaron una política de expropiaciones en el agro y la industria que no derivó en mayor producción ni productividad.  


Negociar con la clase empresarial y no entrar en una política masiva de expropiaciones, parece haber sido la receta de las últimas experiencias de gobiernos populares democráticos en el continente como el caso de Brasil, Ecuador, Uruguay e incluso Bolivia, que han podido mejorar las condiciones de vida de los más pobres sin erradicar la pobreza totalmente, pero manteniendo la inflación dominada y la estabilidad de la moneda.


Si en Venezuela se hubiera adoptado una política económica y social más pragmática, y menos ideológica, podríamos haber tenido otros resultados. En vez de usar casi toda la renta petrolera en programas asistencialistas, podría haberse empleado  una parte en transferencias directas a aquellas personas en pobreza crítica, otra parte, en inversión en infraestructura y en el aparato productivo, lo que habría dinamizado la economía, aumentado la producción de bienes y servicios y generado un crecimiento económico sostenido.  Y también una parte debería haberse ahorrado para mantener estable el valor del bolívar.


Desde el punto de vista económico, las iniciativas del gobierno han sido desafortunadas, el financiamiento a las cooperativas terminó en una dilapidación de recursos y sin repercusión en la producción nacional. El trueque que siempre me pareció una locura, ya nadie ni se acuerda de esto. Las estatizaciones de empresas han tenido un final muy poco feliz, empresas que en vez de aumentar la producción la han disminuido y han entrado en conflicto con sus trabajadores, SIDOR es un claro ejemplo, pero también las cementeras, ni hablar de las areperas socialistas, en fin, la lista es larga. Siempre he sostenido que el fracaso de las empresas estatales es algo predecible, a no ser que las mismas se manejen con criterios de rentabilidad económica. El fracaso de estas empresas es lo que llevó al colapso a las economías socialistas del siglo XX que nunca pudieron competir en calidad, eficiencia y productividad con las del mundo capitalista. Para mí es lógico que esto ocurra porque en la dirección de esas empresas se colocan burócratas, muchos de ellos sin ninguna experiencia en gerencia, ni en el sector de la economía en que se encuentra la empresa.


La política de expropiaciones avanzada por el gobierno, particularmente en el agro,  fue totalmente contraproducente porque condujo a que la clase empresarial se pusiera abiertamente en contra del gobierno y buscara su derrocamiento, sin que este conflicto significara ningún aumento en la producción y la productividad en el agro, así como tampoco en el sector industrial.


 Centrándonos nuevamente en el tema, podemos argumentar que la lección que debemos aprender es que no es posible combatir la pobreza solamente desde un punto de vista de redistribución de la riqueza existente, es necesario tener la habilidad para producir nueva riqueza. Un gobierno que estimula creación de riqueza por la vía del incremento de la producción de bienes y servicios tanto en el sector estatal como privado de la economía, con el cual habrá que convivir y hacer alianzas si estamos en un modelo de socialismo democrático distinto al esquema soviético, es un gobierno que no solo captará ingresos por la venta del petróleo sino por la vía de los impuestos sobre la renta. De esta manera, dichos impuestos podrían alimentar el gasto social para reducir la pobreza, pero también una economía en expansión que genera una gran cantidad de empleos es una forma efectiva de combate a la pobreza.


Hoy nos encontramos en una situación difícil porque la renta petrolera ya no es suficiente y el gobierno tiene que tomar un conjunto de medidas sacadas del recetario del Fondo Monetario Internacional, medidas profundamente impopulares porque tienden a reducir el ingreso real de los venezolanos (lo que efectivamente los venezolanos pueden comprar con su dinero), lo que obviamente los empobrece. Este año, todos terminaremos más pobres teniendo que enfrentar una inflación probable de un 70%, propulsada por las devaluaciones de la moneda que son la tabla de salvación del gobierno para superar el déficit fiscal en bolívares.


Aquí parece ser válido aquel dicho que señala que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. El gobierno bolivariano con la mejor de las intenciones de erradicar la pobreza, abrió una caja de pandora – de donde han salido todo tipo de demonios- que nos llevó al déficit fiscal por el incremento constante del gasto social, el cual ha incrementado el consumo, que nos ha llevado a incrementar las importaciones y quemar dólares, lo que deja una menor cantidad de dólares para los gastos en bolívares, lo que ha forzado a las devaluaciones sucesivas, lo que nos ha llevado a una inflación indomable que año tras año nos vuelve más pobres, entonces el gobierno decreta aumentos de salarios que a su vez generan más inflación y vuelve el círculo vicioso. Además, los mecanismos de control de precios y de control de cambios han sido inefectivos para abatir la inflación y evitar la fuga de divisas. Aunado a todo lo anterior, se han generado las condiciones para que se inventen nuevas formas de corrupción a la sombra del mecanismo de control de cambios, como la sobre facturación de importaciones e importaciones ficticias. Por lo que sabemos, se han ido 20 mil millones de dólares en supuestas importaciones de empresas de maletín (empresas sin respaldo alguno creadas como tapadera para conseguir dólares preferenciales) que con toda seguridad constituye un fraude y desfalco a la nación (y digo nación porque es un robo del dinero público que pertenece a todos los ciudadanos).


Tal como anunciara el Presidente Maduro se está estudiando y analizando la efectividad de las misiones para proceder a su relanzamiento, señalando que muchas de ellas se fusionarán. A todas luces parece ser un reconocimiento del fracaso de muchas de ellas en términos de que el gasto no se compadece con los resultados. Además, se plantea la fusión de muchas de ellas, a mi modo de ver muchas simplemente desaparecerán, y por otra parte, los recursos destinados a las mismas posiblemente disminuirán. Esto tiene que ver con un ejercicio de disciplina fiscal que tendrá como consecuencia un incremento de la pobreza. Muchas misiones, por no decir todas, han significado un derroche y despilfarro de dinero, como aquel invertido en franelas, gorras, chaquetas, refrigerios, vallas gigantescas, camionetas 4x4 y todo tipo de material publicitario. Además, no podemos olvidar los dineros que se han perdido en las garras de la corrupción.


Es una lástima que todo termine así, porque si hubiera habido una política económica y social más sensata y pragmática desde el año 2000, sin renunciar al socialismo como ideología centrada en la justicia social, pero que reconoce que dicho modelo en democracia tiene que convivir con la economía de mercado y que no puede copiar elementos del capitalismo de Estado de la experiencia fracasada de la Unión Soviética, posiblemente seríamos un país en que la pobreza seguiría descendiendo. 


Lamentablemente, ya es muy tarde, y la rectificación será muy dura e implicará muchas penurias para los venezolanos durante mucho tiempo. Además, esta rectificación no contará con el beneplácito de todos los chavistas lo que abre una interrogante en el campo político.


Parece que en el campo socialista toma mucho tiempo darse cuenta de los errores cometidos, si tomamos en consideración lo que dijo Fidel Castro hace unos pocos años atrás, después de 60 años de revolución, en los momentos en que comenzaba la liberación de la economía cubana admitiendo el trabajo por cuenta propia, antes prohibido como un vicio capitalista  - creíamos que sabíamos cómo se  construía el socialismo, pero en realidad, nadie lo sabía. Sin embargo, creo que si hay gente que lo ha sabido hacer: los suizos, los suecos, los noruegos, los finlandeses, sin mucha retórica grandilocuente han sabido darse un alto nivel de vida en democracia y libertad, y que conste que estos países eran de los más pobres de Europa a principios del siglo XX. Con una mezcla de Estado de bienestar y capitalismo controlado, sus ciudadanos gozan de los estándares de vida más altos del planeta.